Dinero maldito (2ª Ed.)

Yo estaba contemplando la foto de Miss Universo, y lo hacía en la actitud adecuada. Sentado en la silla, con los pies sobre la mesa, suspirando profundamente. Y en ese instante se abrió la puerta y entró Burt Stone. Burt no podía competir con Miss Universo. —¡Fuera! —Le lancé por la comisura de la boca. Pero Burt no se dio por aludido y se puso a andar hacia mi mesa, dándole vueltas al sombrero entre las manos. —Oye, Johnny, es cosa de un minuto. Conocía sus minutos.